Irantzu Aurrekoetxea – EDE Conocimiento
Nadie esperaba verse en una situación como la que estamos viviendo y menos con las consecuencias que está provocando la pandemia del Covid-19 a nivel global. Esta crisis, está suponiendo un fuerte impacto, tanto por el número de personas fallecidas y contagiadas como por los efectos que está teniendo y tendrá en las condiciones de vida de millones de personas, incluidos los niños y niñas y adolescentes.
A pesar de que estamos tratando de gestionar la situación de la mejor manera posible, varias organizaciones del ámbito de la infancia y la juventud consideramos que muchas de las medidas que se están adoptando no están teniendo en cuenta los derechos y necesidades de la infancia, especialmente, las de los niños y niñas más vulnerables. Precisamente, ahora es cuando las y los adultos deberíamos escuchar y atender más las necesidades de los niños y las niñas, adoptando medidas concretas y creativas que permitan, de manera conjunta, garantizar los derechos de la infancia y de la adolescencia.
Heinke Freire, pedagoga e investigadora señala que, “una sociedad que no habla de sus niñas y niños y no se organiza para cuidarlos, es una sociedad que no es humana”. Ahora es precisamente cuando las personas y las instituciones pueden demostrar su capacidad para hacer frente a esta situación. Por ello, tal y como plantea el Consejo General de la Psicología de España, en estos momentos es necesaria “una mayor visibilización de la infancia y adolescencia, significando y resaltando la importancia de atender a sus necesidades evolutivas, emocionales y psicológicas”. Para ello, es necesario que se generen espacios donde las propuestas de la infancia sean escuchadas e incorporadas en los procesos de toma de decisiones sobre la pandemia. La población infanto-juvenil tiene que sentir que participa en las decisiones que se están haciendo en respuesta a la situación que estamos viviendo.
El Comité de los Derechos de la Infancia de Naciones Unidas, ha manifestado su especial preocupación por la situación de la infancia vulnerable sobre todo en aquellos países donde se han tomado medidas de confinamiento obligatorio o estados de emergencia. En concreto el Comité traslada, entre otras, las siguientes recomendaciones:
- El Comité reconoce que en situaciones de estado de emergencia pueden restringirse algunos derechos para proteger la salud pública, pero recuerda que esas restricciones deben ser proporcionales, mínimas y limitadas en el tiempo.Se recomienda que se tomen soluciones creativas y alternativas para garantizar el derecho de la infancia al descanso, al ocio, al juego y a actividades culturales y artísticas.
- Es necesario asegurar que la educación online no aumente las desigualdades existentes. El aprendizaje plantea desafíos para los niños y niñas que tienen limitaciones o no acceso a tecnología o Internet o no cuentan con el apoyo parental adecuado.
- Establecer medidas inmediatas para asegurar una buena alimentación durante el período de emergencia, ya que muchos niños y niñas reciben su única comida nutritiva a través de la escuela.
- Definir los servicios básicos del sistema de protección de la infancia como esenciales y garantizar que sigan funcionando.
- Proteger a los niños y niñas cuya vulnerabilidad se incrementa aún más por las excepcionales circunstancias causadas por la pandemia. Estos incluyen niños y niñas con discapacidad; niños y niñas que viven en la pobreza; en situaciones de la calle; migrantes, solicitantes de asilo, refugiados y desplazados internos; minorías, con afecciones de salud; niños y niñas privados de libertad y que viven en instituciones.
- Difundir información precisa sobre COVID-19 y cómo prevenir infección en idiomas y formatos que sean amigables y accesibles para todos los niños y niñas.
Tal y como señala Antonio Luengo, psicólogo, especialista en Psicología Educativa y Sanitaria, “el confinamiento es una carrera de fondo, es duro para todas las personas y los niños y niñas entran en este sufrimiento. Hacer que mejore su experiencia de esta epidemia es una obligación de toda la sociedad”.
Esta situación de emergencia ha llevado a los gobiernos a tomar decisiones de urgencia en multitud de temas sociales, educativos y laborales. Y las consecuencias de estas medidas seguirán afectándonos una vez todo esto acabe. Por ello, tenemos que asegurarnos de que vayan en consonancia con lo que la sociedad necesita y demanda, porque sería un fracaso no aprovechar la crisis provocada por el COVID-19 para mejorar la manera de relacionarnos y progresar como sociedad, sin dejar que nadie se quede atrás. Son días de cambio donde tenemos la oportunidad de detenernos a pensar, abandonar viejos paradigmas, organizarnos colectivamente y poner en práctica nuevas formas de convivencia, incluyendo necesariamente la mirada de la infancia.