Miradas
Equipo de intervención de los SERVICIOS DE MUJER y Comisión OREKATUZ de EDE Fundazioa

 

Mucho se habla de mantener lo esencial en tiempos de CO-VID y si hacemos una analogía con esta problemática, observamos que la violencia contra las mujeres tiene un carácter de proporciones pandémicas ya que afecta al 50% de la población de forma directa. Sin embargo, esta lacra social esta tan arraigada en nuestras sociedades patriarcales que vivimos en el mundo al revés: lo pandémico es lo falsamente natural y lo esencial, vivir una vida sin violencias, se convierte en una utopía difícil de alcanzar.

Por eso, Ede Fundazioa alza la voz, y una vez más, se une a la convocatoria mundial del 25 N para acabar con esta pandemia eterna llamada violencia contra las mujeres. Por ello, alzamos la voz contra:

  • un sistema creado a partir de una masculinidad tóxica y hegemónica que ningunea a las mujeres y desvaloriza lo femenino. Un sistema pensado en sostener el privilegio de los hombres a costa de los derechos de las mujeres. Un sistema que invisibiliza la cosmovisión de las mujeres y la desplaza fuera de la agenda política, económica, social y cultural.

 

  • un sistema que no quiere entender las necesidades, sentires y pensamientos de las mujeres, que se convierten en problemas sociales y se espera que sean resueltos en el ámbito privado, como se ha visto, una vez más, en esta pandemia.

 

  • un sistema que violenta a más de la mitad de su ciudadanía de forma sistémica con: la doble jornada de las mujeres, la sobrecarga en las responsabilidades de los cuidados de forma gratuita, la brecha salarial, el techo de cristal, la precarización de los trabajos feminizados, la necesidad de migrar para cuidar a tu familia en país de origen sin un sueldo digno, la trata de mujeres, la prostitución, las violaciones, los matrimonios forzosos, la violencia de género, los vientres de alquiler, y un largo etcétera que tiene rostro de MUJER…

 

Estas desigualdades son creadas y están presentes en cada rincón de nuestras vidas a nivel mundial: en nuestras relaciones, en nuestras casas, en nuestros colegios, en nuestros puestos laborales, en nuestra economía, en nuestro ocio, en los mass media… allá donde mires podrás encontrar violencia hacia las mujeres.

Y todo esto, se normaliza y normativiza a través de la violencia implícita y explicita que impera en nuestra sociedad y nos afecta a toda la humanidad. Una violencia que reside en lo que vemos, en lo que oímos, en lo que escuchamos… y cala como el xirimiri y se mete en nuestra piel, en nuestros cuerpos, en nuestras mentes, en nuestras emociones… naturalizando la desigualdad entre hombres y mujeres.

La vacuna contra esta pandemia que afecta a todo el sistema económico, social y cultural y se inserta en las vidas de las personas, se combate con la responsabilidad de cada una de sus parte sin excluir a ninguna, es decir con la responsabilidad de todos los agentes sociales, políticos, culturales y empresariales, con la responsabilidad de toda la ciudadanía a nivel público y privado y la firme determinación de las instituciones de tomar todas las medidas necesarias para acabar con ella.

No hablamos de una única vacuna para acabar con la pandemia, si no de múltiples vacunas para cada ámbito con el objetivo de afinar la mirada crítica y reconocer con valentía las violencias que viven las mujeres, desde las más sutiles hasta las más explicitas, y así, analizarlas, desnaturalizarlas y encontrar esa gama de anticuerpos que ataca el virus de forma multicausal.

Esta infinidad de vacunas tiene que ser revisable y en constante mejora, porque no hay que olvidar que este virus muta a cada rato y busca nuevas formas machistas de subsistir. Hasta llegar al objetivo final de promover un verdadero cambio estructural que ponga la vida en el centro, que descodifique de raíz los mandatos de género, que convierta en agenda política las reivindicaciones de todas las mujeres independientemente de su etnia, clase social, orientación sexual, identidad de género o edad y deslegitime de forma radical cualquier tipo de violencia visible o invisible, hasta que todas las mujeres sean libres.