27 Feb, 2019

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Abordamos en este artículo “La importancia de dedicar tiempo para la reflexión en equipo y el rol de la persona consultora en los procesos de acompañamiento” y lo hacemos partiendo de un proceso de consultoría concreto: la asistencia técnica al Negociado de Intervención Social de Violencia de Género en la reflexión del ajuste de los retos que le plantea el ajuste al Decreto de Cartera de Servicios Sociales.

A lo largo de año y medio hemos acompañado al equipo del Negociado de Intervención Social de Violencia de Género del Ayuntamiento de Bilbao facilitando el apoyo metodológico necesario al equipo en su proceso de reflexión en el que el conocimiento y las decisiones están en el equipo de personas que “se dejan acompañar”.

Desde nuestro modelo  de consultoría partimos siempre de la premisa de que son las personas profesionales que trabajan en las organizaciones las que conocen en profundidad la complejidad de las problemáticas de las y los usuarios de sus servicios, sus propias debilidades y fortalezas a nivel interno y, también, son ellas mismas las que con el análisis de la situación son capaces de identificar cuáles son las estrategias a seguir. El equipo consultor debe permanecer en un segundo plano y “sugerir y provocar” que sea el equipo el que elabore sus propias conclusiones.

Un trabajo de estas características requiere no sólo de tiempo por parte de la organización, ya que son procesos que en todos los casos superan el año de duración de la intervención con una intensidad importante sino, fundamentalmente, de voluntad y compromiso de todas las personas. En este sentido, contar tanto con la colaboración y apoyo del equipo directivo para facilitar que todas las personas participen en el proceso ha sido un factor clave para garantizar el buen resultado de la intervención.

Asimismo, es también muy importante conseguir la implicación del equipo de intervención ya que es desde su conocimiento, experiencia y trabajo diario desde el que se construyen los procedimientos y herramientas. Especialmente en la primera fase del proceso, centrada en la definición y sistematización del procedimiento general de intervención y en la elaboración del Diagnóstico Específico en Violencia de Género. Aquí el papel jugado por el equipo de intervención fue fundamental. De igual manera, a nivel interno se identificaron colectivamente las fortalezas y debilidades en las funciones de dirección y gestión de personas, se elaboraron las monografías de los diferentes perfiles de puesto y se revisó el actual modelo organizativo.

Otro de los elementos a tener en cuenta es ampliar el campo de visión contando con la colaboración de las entidades prestadoras de servicios. Realizar la revisión de servicios con perspectivas y puntos de vista diferentes ayuda a identificar puntos fuertes y áreas de mejora en los servicios ofrecidos y permite orientar, en mayor medida, las estrategias a desarrollar durante los próximos tres años en relación a la atención a mujeres víctimas de violencia de género teniendo en cuenta los cambios que se están produciendo (diversificación del perfil, plan estratégico y mapa de servicios sociales de la CAPV, servicios sociales de Bilbao en dos áreas con autonomía propia…).

El proceso ha permitido la reflexión compartida y el refuerzo del equipo gracias al proceso participativo de las personas que configuran el equipo del Negociado y a la colaboración de las entidades prestadoras de servicios.