26 Abr, 2022

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La violencia machista contra las mujeres es una violación de los derechos humanos y una manifestación de las desiguales relaciones de poder y de la discriminación contra las mujeres. A lo largo de los últimos años, se ha tratado de mejorar la respuesta frente a este problema social desarrollando diferentes leyes y otras normas con las que se han ido impulsando medidas dirigidas a la prevención y erradicación de esta violencia, así como a la atención y protección a las víctimas.

El III Acuerdo Interinstitucional para la mejora de la atención a las víctimas de violencia machista contra las mujeres en la CAE, firmado en enero de 2023, representa un paso importante para la mejora de la atención y nace para avanzar hacia una respuesta más integral y de calidad a todas las formas de violencia machista contra las mujeres.

Desde EDE conocimiento hemos acompañado a Emakunde a gestionar el proceso de trabajo colectivo que ha posibilitado este nuevo Acuerdo y en el que ha participado el conjunto de instituciones y sistemas involucrados en la atención a las víctimas en la CAE (salud, policía, justicia, servicios sociales, educación, vivienda, empleo…). Instituciones que vienen intercambiando información y reflexiones de forma periódica desde que se firmara el I Acuerdo en 2001.

Fruto de este fructífero proceso la CAE cuenta hoy con un Acuerdo, alineado con los cambios normativos, sociales y políticos acontecidos desde la firma del II Acuerdo en 2009, que apuesta por el empoderamiento de las mujeres y porque el hecho de denunciar no condicione la ayuda que se presta a las víctimas. Un Acuerdo que amplía los compromisos de las instituciones firmantes con respecto a su alcance subjetivo: hace referencia a todas las formas de violencia machista y reconoce como víctimas con derecho a ser atendidas a las mujeres, sus hijas e hijos y otras personas del entorno.

Así mismo, los múltiples operadores que trabajan en este ámbito disponen de pautas de coordinación asociadas a cada uno de los momentos del itinerario que las víctimas transitan hacia una vida libre de violencia para dar la mejor atención posible. Un cambio sustancial que promueve que se pongan las necesidades de las víctimas en el centro. Además, se prevé que estas pautas puedan ir ampliándose o actualizarse al tiempo que se consigan alcanzar nuevos consensos.