La violencia machista ejercida contra las mujeres tiene muchas aristas, muchos matices, muchos colores, registros y acentos…que nos interpelan de maneras diferentes, aunque no seamos enteramente conscientes de todas ellas.
Esa violencia de múltiples caras, al tiempo escurridizas e irrefutables, siempre nos ofrece la oportunidad de vernos reflejadas ante un espejo de injusticia que, nos guste o no, nos devuelve la verdad de nuestro compromiso personal. Un compromiso que en este 25-N queremos que muestre nuestra voluntad y la voluntad de muchas otras mujeres de lucha y resistencia, y nuestra capacidad de empatizar con otras realidades que, desde la distancia, son también la nuestra.
Con frecuencia, el abordaje y la denuncia de la violencia machista contra las mujeres se hace limitada por el anclaje a nuestro tiempo y espacio: Occidente, Euskadi, nuestros espacios de convivencia habituales… olvidando a menudo que en otras geografías y culturas se libran luchas que, siendo las mismas, son también trágicamente diferentes.