Miradas
Carolina Fetescu – Biltzen

 

Cada año el 21 de mayo se celebra el Día Mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo. La festividad en sí tiene una tradición no tan larga. En 2002, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó este Día Mundial tras la adopción de la Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural en 2001, reconociendo así la importancia de “fortalecer el potencial de la cultura como medio para promover la prosperidad, el desarrollo sostenible y la coexistencia pacífica en todo el mundo”. Llevamos ya 24 años adentrados en el siglo XXI y todavía tenemos temas pendientes en este sentido.

Poco a poco, esta efeméride en sí comenzó a llenarse no solo de eventos, sino también a enriquecerse con su contenido objetivo. En septiembre de 2015, la ONU adoptó la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la Diversidad Cultural. Esbozó diecisiete objetivos principales que pueden lograrse aprovechando el potencial creativo de las diversas culturas del mundo y manteniendo un diálogo continuo. Se declaró así el acceso de la sociedad a los bienes culturales.

En relación con el desarrollo de las industrias creativas, como fuerza impulsora del nuevo desarrollo socioeconómico de la sociedad, la diversidad cultural encaja lógicamente en el concepto sociocultural emergente y comenzó a ser considerado como un medio para una vida intelectual, emocional, moral y espiritual más completa. En las convenciones culturales de la UNESCO, ha quedado claro que la diversidad cultural es un activo valioso que contribuye a la reducción de la pobreza y al desarrollo sostenible. En contextos más cercano a nosotros, se traduce en las celebraciones de encuentros y organización de espacios para las expresiones artísticas, establecimiento de dialogo y convivencia en valores de igualdad, respeto y derecho a la expresión de la identidad.

Actualmente vivimos y presenciamos un mosaico cultural que da forma a nuestra identidad, convirtiéndose en un activo invaluable del territorio, provincia, ciudad, pueblo. Cada año, cientos de escuelas y otras tantas instituciones culturales recopilan y estudian diariamente la cultura de los pueblos de nuestro país para preservar y transmitir a las generaciones futuras la experiencia acumulada durante siglos.

Preservémosla y respetémosla como se merece este mosaico y disfrutemos de esta diversidad cultural que nos aporta tantas cosas positivas.