Comisión Orekatuz
La palabra líder nos evoca en un primer bote ideas como visión, acción y responsabilidad, seguramente vinculadas a una imagen de un hombre vestido de traje y con altas capacidades de mando; sin embargo, cada vez más personas sabemos que existen otras formas de ejercer el liderazgo. Y es que, a pesar de todas las barreras y desigualdades estructurales que limitan el avance de las mujeres, su liderazgo, basado en valores como la colaboración, el cuidado y la sororidad, y desarrollado frecuentemente en entornos resistentes, es clave para la transformación social, política y económica a nivel global.
La presencia y el papel de la mujer en el mundo laboral ha experimentado cambios significativos desde aquella huelga de 1857 que dio origen a las reivindicaciones de las mujeres que conmemoramos el 8 de marzo.
Pero cuando hablamos de liderazgo los datos nos devuelven una realidad que dista mucho de la igualdad:
- Según ONU Mujeres, solo seis países tienen un 50% o más de mujeres en el parlamento en cámaras bajas o parlamentos unicamerales.
- A nivel estatal, en 2024 el porcentaje de mujeres en el conjunto de Consejos de Administración de las empresas que forman parte del Ibex-35 ha sido del 39,2%, el 41,3% consejeras y solo el 12,1% ocupan la presidencia.
- Las organizaciones sociales se caracterizan por su feminización, pero la tasa de hombres con responsabilidad es mayor a la de las mujeres (13% frente al 11%)
Es necesario repensar y redefinir el modelo de liderazgo visibilizando cualidades de liderazgo emergentes, fortaleciendo modelos relacionales, con atención crítica a las dinámicas de poder desde una perspectiva de género para favorecer el desarrollo integral de las personas y la organización.
En EDE hemos dado pasos importantes y significativos que se reflejan a nivel cuantitativo con un 58% de mujeres en la Junta de Patronato, un 47% en el equipo de coordinación y un 70% en el equipo de responsables. Y queremos seguir avanzando en lo intangible, menos cuantificable, pero sustancial y esencial, como es el cambio estructural y profundo en los modelos de liderazgo y de dirección. Con este impulso nace nuestro proyecto de mujeres líderes Kerala, con el respaldo y el recorrido de la comisión Orekatuz.
Desde un enfoque feminista procede buscar fórmulas de liderazgo colaborativo en las que la toma de decisiones pueda ser compartida, tanto en los niveles de decisión que marcan el rumbo de la organización y el qué hacer de ésta como en los equipos de trabajo que impulsan la actividad. Para ello, es necesario generar estructuras más horizontales que rompan con jerarquías que reproducen desigualdades o anulan voces, así como formas de trabajo que promuevas la escucha y la posibilidad de decisiones compartidas.
Es importante que las prácticas organizativas sean diseñadas para escuchar y amplificar las voces de las mujeres, que se garantice una igual participación de éstas (tanto en clave cuantitativa como cualitativa) en los espacios de decisión o distintos niveles de la organización o buscar formas para que distintos perfiles de personas participen y opinen.
Además, supone revisar la representación de mujeres en roles de liderazgo o en posiciones de toma de decisiones, así como garantizar que los liderazgos que se ejercen promueven la inclusión, la empatía, la escucha o la participación. Se apuesta por un liderazgo más colectivo y menos individualista, donde se valoren las contribuciones de todas las personas y se promueva una cultura colaborativa. En este sentido, es clave contar con sensibilidad de género y ser promotores activos de la equidad de cara a evitar prácticas sexistas en el ejercicio del poder.
Apostamos por organizaciones en las que las personas y la vida son el centro, con formas de trabajo más autónomas, flexibles, con mayor autogestión, colaborativas y que promueven el bienestar, corresponsables y democráticas. Organizaciones con empatía, con una ética de los cuidados tanto en lo interno como en lo externo, que apuestan por liderazgos y gobernanzas colaborativos. Y, especialmente, organizaciones que apuestan por un cambio organizacional desde una mirada feminista. Esto implica transformar estructuras, prácticas y valores que históricamente han perpetuado la desigualdad de género y otras formas de discriminación. Supone una transformación profunda en las relaciones de poder, las políticas y las prácticas de la organización.
Desde una mirada feminista no es suficiente con buscar el cambio interno en las organizaciones. Este cambio, es sin duda necesario. Pero debe ir acompañado de valores organizacionales que buscan abordar explícitamente las estructuras de poder externas (el patriarcado, el capitalismo, la organización social de los cuidados, etc.) que moldean las dinámicas laborales y sociales. Hablamos, por tanto, de cambios que afectan directamente a la propia organización, pero también de incidir en el exterior a través de las prácticas feministas que se desarrollan desde dentro de las organizaciones o mediante la incidencia política que ésta puede ejercer.
Con este objetivo, nuestra campaña interna de este 8M ha tenido como protagonista a mujeres líderes. Hemos querido mirar a nuestro lado y reconocer a las mujeres líderes de nuestra organización, reconocer sus cualidades, competencias y su potencial.
Conoce nuestras comisiones internas Orekatuz (Igualdad) y Kerala (Mujeres líderes)