Miradas
Laura Ruiz – Responsable del servicio de Acompañamiento social a personas con enfermedad mental. EDE Suspergintza

 

El día 10 de Octubre se conmemora el día de la Salud mental, un término que en ocasiones se nos podía antojar lejano a gran parte de la sociedad hace apenas año y medio, pero que en los últimos meses hemos oído mencionar con más frecuencia de lo habitual tanto en los medios de comunicación como en las conversaciones con nuestros allegados. 

Otro año hubiésemos comenzado esta reflexión hablando del colectivo de personas que padece alguna enfermedad mental grave, de la necesidad en cuanto a recursos sociosanitarios, de la importante de la visibilización y participación del colectivo en las diferentes esferas de la sociedad o del Estigma que va asociado a su enfermedad.

Cabe recordar que en la mayoría de las situaciones de crisis sociales se ven especialmente afectadas las personas más vulnerables y aquellas que cuentan con una menor red social.

Pero como decíamos este año no es un año cualquiera, estamos intentando salir de una pandemia global, en la que la sociedad en su conjunto ha sentido como empeoraba su salud mental.

Estos meses atrás, la mayoría de nosotros y nosotras hemos experimentado con intensidad el miedo, la incertidumbre, la tristeza, la soledad, la irritación, la ira… Todas ellas emociones que se explican dada la naturaleza de lo acontecido, aunque en ocasiones hemos visto como han derivado en trastornos del sueño, trastornos de ansiedad y depresión.

Esta circunstancia nos ha hecho experimentar la fragilidad de nuestra mente y el gran malestar que supone sentirnos vulnerables emocionalmente y en ocasiones incapaces de poder tomar el control de nuestro estado emocional y cognitivo.

Por eso este año en vez de mirar hacia las instituciones para reclamar las medidas necesarias que doten de recursos para apoyar este colectivo, sería interesante que dirigiésemos el foco hacia cada uno de nosotros y nosotras.

El compartir experiencias nos ayuda como seres humanos a sentir una mayor empatía hacia otra persona en situaciones similares. Es por ello que sería un buen comienzo cambiar al menos la mirada hacia quienes llevan años sintiéndose vulnerables psicológicamente y en vez de sentir una mirada distante y fría encuentren al fin una mirada cómplice.

¡Cambiemos la mirada!