Miradas
Itziar Fernández – Coordinadora del Servicio de Programas Europeos

Las últimas semanas, y las venideras, han alterado y alterarán nuestro mundo y nuestro día a día. Nuestra habitual cotidianeidad parece ahora algo muy lejano y el confinamiento, entre otras muchas cuestiones, nos pone frente a una avalancha de informaciones y noticias. En este contexto, recibimos a diario multitud de información (casi siempre en tono crítico y negativo y, en ocasiones, incluso justificadamente) sobre lo que Europa no está haciendo, o debería hacer o podría haber hecho antes.

Es innegable que este panorama de crisis está incidiendo e incidirá muy especialmente en el mapa europeo y en la geopolítica internacional (la Europa rica frente a la Europa pobre,  las tensiones Norte –Sur, la Europa del YO (Holanda, Alemania) frente a la del NOSOTROS (España, Italia) el mensaje reforzado de las bondades del cierre de fronteras que da alas a la ultraderecha xenófoba (cuya punta del iceberg es el Primer Ministro Orban en Hungría), el nuevo marco de relaciones China-USA, la pandemia como un tema de seguridad global…

Es obvio que el impacto en Europa será grande, no solo a nivel de emergencia, suministros y sistema de salud sino también a nivel económico y de sostenibilidad global y europea. Para la Unión Europa y para Europa, este escenario supone una crisis, profunda y grave, y un reto que pondrá a prueba la capacidad del proyecto europeo.

Frente a la rumorología, la desinformación y las fake news, recurramos a fuentes de información fiables y relevantes también cuando son críticas). Hay más de un millón y medio de cuentas con noticias falsas surgidas desde el inicio de la pandemia. Ahora más que nunca es esencial medir, contrastar y seleccionar la información que recibimos, también en el caso de Europa.

Puede ser cierto que  la actuación de Europa sea mejorable. Nadie, y Europa tampoco, estaba preparado para esta emergencia global. No obstante, lo es menos que en estas semanas se han celebrado varios Consejos Europeos, se ha puesto en marcha la licitación más grande de la historia para que varios estados puedan al mismo tiempo comprar aparatología, se han articulado programas y ayudas, se han desplegado 2,8 billones para luchas contra la crisis y se ha flexibilizado el presupuesto europeo, que es en sí mismo un instrumento de solidaridad.

Nuestra Europa, y el futuro de Europa es la que ha traído de vuelta a ciudadanos atrapados en Vietnam, África, América Latina… Enfermos franceses se han podido curar en hospitales alemanes, el pueblo checo ha enviado a España 10.000 mascarillas, de Rumanía a Portugal se han comprado conjuntamente EPIs y tests, se ha activado el programa SURE que aportará 100.000 millones de euros para compensar las consecuencias en la reducción del empleo… Por no mencionar las miles de personas voluntarias a lo largo y ancho de la geografía europea…

A menudo esta información se pierde en la prensa y en los discursos políticos. Por ello, recurramos a las fuentes de información adecuadas: @comisioneuropea, @prensaCE, @Dir_CEenEspaña y web de la  Comisión Europea sobre el COVID-19. Solamente teniendo información contrastada podremos valorar y opinar con rigor.

En Europa esta crisis, como todas las anteriores, se superará con solidaridad, energía, cooperación y unión. Que son, precisamente, los principios que están en el centro del proyecto europeo desde su creación al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Una Europa que, ahora más que nunca, debe trabajar unida en la diversidad -como dice el propio lema de la Unión- para hacer cosas que no podríamos lograr por separado y para salir y hacernos salir diferentes y más fuertes.

“Europa no se hará de una vez ni en una obra de conjunto: se hará gracias a realizaciones concretas, que creen en primer lugar una solidaridad de hecho.” (Robert Schumann, 1950).