Diana Franco – EDE-Suspergintzako Haritu programaren arduraduna
Aún me sorprende que hayamos reaccionado tan rápido. Un virus, que nos entiende como un organismo único nos ha puesto de acuerdo en la forma de evitarle: aislándonos. Un hecho que pone de manifiesto la necesidad de compartir un sistema que tenga la capacidad de priorizar y preservar la vida frente al capital.
Por otra parte, no parece emocionante ni heroico eso de aislarse, esconderse, confinarse, ocultarse…, nos gusta más la terminología de guerra: resistencia, ataque, enemigo,… Pero para una especie como la nuestra que siente ser en la medida que las demás personas la perciben, es realmente un esfuerzo importante. En casa, muchas podemos seguir en contacto. Con más o menos roces. En contacto con el núcleo familiar o convivencial, intentando poco a poco ceder a la necesidad de controlarlo todo y asumiendo la situación. Pero, no todas tenemos en casa de quien ocuparnos, o quien se ocupe de nosotras. Algunas personas dentro del aislamiento general, estamos recluidas por hallarnos infectadas en un doble aislamiento dentro de nuestras propias casas, sintiéndonos además una carga para las familias. En este contexto, es de agradecer que en los últimos 50 años, más o menos, la humanidad haya desarrollado tecnologías que nos están permitiendo ahora comunicarnos y organizarnos de forma muy fluida y en múltiples formatos: las telecomunicaciones, las tecnologías de digitalización, la informática,… han creado un mundo paralelo en el que podemos ser aún sin estar.
Esta situación en la que nos encontramos ahora es un laboratorio social, es un experimento que nos podrá llevar a escenarios muy diversos. Existen muchas cuestiones que están aflorando en este contexto todas ellas vinculadas a la forma en la que nuestras sociedades se articulan:
- Estamos viendo cómo el mercado global no puede responder a una demanda de urgencia. Pero no hemos perdido la capacidad de reaccionar y de ingeniárnoslas para buscar soluciones a nivel ciudadano. Las instituciones sin embargo son lentas y siguen buscando fuera lo que podrían promover dentro.
- Estamos viendo cómo el desmantelamiento del sistema de salud en la búsqueda de la eficiencia ha sido un gran problema, y cuestiones de espacio, tiempo y elementos básicos han generado un kaos. También nos preguntamos si estamos preparadas para ser una sociedad envejecida.
- Estamos viendo que los tejidos sociales y la capacidad de organización son claves aún en épocas en las que no podemos tener contacto, y cómo personas voluntarias se organizan y sin bombo ni platillo ejercen cuidados en su comunidad cercana. Los cuidados no paran.
- En China los procesos de digitalización han tomado forma de un estado policial digital, que analiza y valora desde enfermedades a conductas por un supuesto bien común que merma las libertades individuales.
- En el ámbito de la educación y la salud grandes coorporaciones se apresuran a ofrecer soluciones y ayuda altruista para engordar sus bases de usuarias y usuarios que nutran sus sistemas y algoritmos para conocer y afectar el devenir de las personas y los gobiernos:
- En educación // el confinamiento y el buscar tener ocupadas a las personas profesoras y estudiantes está generando un movimiento irreflexivo hacia los sistemas de grandes corporaciones de lo digital.
- En sanidad // los gobiernos se alían con las grandes corporaciones con la idea de recopilar y gestionar datos que les permitan hacer frente a la situación.