Miradas
Ainhoa Allende – Coordinadora del programa BBK Family

Este post me parece que puede ser un reconocimiento a las familias por cómo estamos afrontando esta época que nos ha tocado vivir, un reconocimiento a los niños y niñas y un reconocimiento a las personas adultas que lideran a sus familias.

Si echamos una mirada atrás… durante los primeros días del confinamiento las familias estábamos asustadas, estábamos preocupadas por cómo íbamos a sostener y contener a nuestros hijos e hijas, como íbamos a entretenerles tantas horas al día, como íbamos a conciliar la vida laboral y la escolar juntos en el mismo espacio…..Algunos miedos continúan estando presentes porque no vemos con nitidez el futuro, nadie nos puede orientar claramente en como serán los siguientes pasos a los que nos tendremos que enfrentar. No tenemos respuestas a las preguntas y una de las cosas que más nos inquietan en una situación así son las incertidumbres, las esperas y las suposiciones.

Pero hemos descubierto desde el proyecto de BBK Family que las familias tenemos una capacidad de adaptación tremenda y que hemos sido capaces de poner en marcha todo un catalogo de competencias que están permitiéndonos vivir el confinamiento desde la oportunidad y el crecimiento.  Y no solo las familias sino también se están poniendo en marcha muchas redes vecinales de apoyo donde se están dando aprendizajes, apoyos, muestras de solidaridad, propuestas innovadoras….

¿Podremos identificar todo lo positivo que se ha puesto en marcha? ¿Tendremos la oportunidad de mantener todo lo bueno que hemos sido capaces de articular? ¿Seremos capaces de que estos aprendizajes individuales y colectivos nos hagan más fuertes, coherentes, sensibles una vez pasada la intensidad del coronavirus? ¿Habremos identificado el valor de lo importante? ¿Habremos conectado más con el ser que con el hacer?

Reconocer lo bueno de este proceso no tiene que ver con negar el dolor, la tristeza, el miedo o las dificultades…. que sin duda estamos viviendo. También queremos darle espacio  a las despedidas de nuestros seres queridos, al duelo por la pérdida, a los enfados por el confinamiento, a las dificultades de comunicación….

Me gustaría aprovechar también para poner en valor a algunas familias que han tenido que poner en marcha aún más capacidades y competencias en esta época y que requieren atribuirles, por tanto, mayor reconocimiento.

  • Las familias monoparentales que afrontan el confinamiento. Nos orientan a que busquemos espacios individuales, a que tengamos momentos donde cuidarnos para poder cuidar… si en una familia con dos personas adultas cuesta, imagino cuales son los malabares que tiene que hacer una madre o un padre solo con sus hijos e hijas. Además de pasar la montaña rusa emocional tanto propia como ajena sola y sin momentos de apoyo donde dejarte acompañar.
  • Las familias separadas han tenido que afrontar algunos retos y acuerdos provisionales para reorganizar las visitas, para hacer los cambios con sus hijos e hijas,… y poner en marcha sistemas de comunicación alternativos para ofrecer estabilidad a sus hijos e hijas.
  • Las familias con una situación laboral precaria o escasos recursos económicos. Saber si vas a cobrar al final de mes, hacer frente al pago de profesional autónomo, familias que trabajaban en economía sumergida,… todo son circunstancias que añaden un plus de preocupación y ansiedad a este proceso. Así estas familias están protegiendo la información que ofrecen a sus hijos e hijas, dando seguridad y confianza.
  • Las familias que por dificultades con el euskera, el inglés, las nuevas tecnologías,… están acompañando el proceso escolar de sus hijos e hijas, descargándose aplicaciones, traductores, llamando a otros padres y madres, intentando mantener la calma para mantener el espacio de aprendizaje que ofrecen desde el ámbito escolar.
  • Los niños y niñas en general. Que ni siquiera las personas adultas hemos llegado a ser tan pacientes, creativas, generosas, cariñosas como ellos y ellas. Que se han adaptado a las circunstancias con algunas preguntas, mucha responsabilidad y sin perder la ilusión por el ahora y por el mañana.
  • Las familias y los niños y niñas que tienen alguna dificultad añadida. La sociedad ha tenido que dar un paso atrás para poder entenderles, para poder respetar las necesidades especiales de cada niño y niña, sin colocarles con etiquetas o símbolos que únicamente nos dejan tranquilas a las demás.
  • Las familias que además de menores tienen personas mayores en situación de dependencia o con falta de autonomía. A veces mostrando su afecto con el dolor que supone no tener contacto con los y las mayores. Y otra veces, con la exigencia de compaginar la atención de las necesidades de los niños y niñas a la vez que buscan huecos para apoyar las necesidades de las personas Un equilibrio difícil de mantener y que en muchas ocasiones ha supuesto la apertura del hogar a la familia extensa para sostener todos los cuidados.
  • Las familias que están saliendo a trabajar en primera línea de atención. Trabajando más horas, trabajando en circunstancias muy duras emocionales y físicas… que además a veces suponen distanciamiento con su propia familia por el miedo al contagio.

Si somos capaces de identificar todo lo que nuestra familia y cada familia ha hecho y está haciendo para llevar esta situación adelante, seremos capaces de volverlo a repetir, será un aprendizaje que quede en nuestra piel y que se incorporará a nuestra caja de herramientas que disponemos para la crianza y educación de nuestros hijos e hijas.