Miradas
Equipo de los servicios y programas de intervención en el ámbito de las mujeres de EDE Intervención Social

 

Terminamos el mes de marzo, con la resaca del aniversario del inicio oficial de la pandemia sanitaria por la COVID19 con un impactante confinamiento jamás experimentado, aparentemente paralizó las vidas de toda la humanidad en principios de libertad. A la vez cerramos el mes en el que se pone mayor énfasis publicitario y político- social a la situación de desigualdad que viven las mujeres…

Es relativamente imposible hablar de feminismo actual sin asociarlo con la era pandémica, imposible mirar hacia otro lado y no tener en cuenta cómo ha afectado esta situación mundial a las mujeres por el mero hecho de serlo.

Esta forma de criminalizar al feminismo, asociando que los movimientos de las mujeres ayudaron a la propagación del virus, no es más que otra de las estrategias del sistema sociopolítico patriarcal que desde su frágil narcisismo busca fragmentar al movimiento feminista… pero una vez más, se topan con la resiliencia feminista.

Ahora, más que nunca somos feministas, ahora más que nunca debemos creer en el poder que tiene lo esencial, creer en aquello que la pandemia a vuelto a poner en el centro: la vida comunitaria, las relaciones de proximidad, la vida en red local… el poder de la creatividad, de la igualdad en lo cotidiano.

Y por fin aquellas mujeres, las invisibles, puede asomarse desde el balcón y ver a sus iguales “agrupadas con distancia” (por eso de mantener las medidas sanitarias) y sentir que están acompañadas. Si algo nos ha enseñado la pandemia es a decir en voz alta: “vecinas, amigas, compañeras, mayores, jóvenes, mujeres todas ¡estamos cerca!”, si hay algo de positivo en la limitación de la movilidad, de la libertad… es que podemos pararnos a mirar a las mujeres de nuestro alrededor y aprovechando las sinergias de una pandemia que nos ha limitado y obligado a retomar espacios privados, abrir las ventanas de par en par para que entre esta luz renovada.

Es ahora cuando toca hacer un feminismo de puerta a puerta, de proximidad, de km0.

Y es que no hace falta desplazarse a una gran cuidad o pueblo de comarca para que se visualice los derechos que exigimos las mujeres, el éxito radica en la actividad de barrio, de pueblo… en el militarismo en los espacios cotidianos, como hicieron nuestras ancestras, nuestras mujeres del pasado que soportaron guerras, estuvieron perseguidas… ellas agitaban los espacios privados, familiares, educativos, sociales desde el encuentro minoritario, fueron las que con pico y pala labraron la tierra, lavaban el hierro, arrastraban barcos por la ría… un trabajo nada valorado y menos remunerado. Fueron la brasa para que ahora nosotras podamos quemar los cimientos de esta sociedad que pretende relegar a las mujeres a la situación del pasado.

¿Se imaginan a esas mujeres que pudieron estudiar o trabajar fuera de casa porque tenían que cuidar? Sorprende que, aun con el derecho conquistado del acceso a la educación y al mercado laboral de la mujer, ahora en pleno siglo XXI tengamos que RENUNCIAR. Renunciar a nuestro derecho, ya que no se contempla medidas estructurales para la conciliación laboral real, véase la situación pandémica y la distribución del trabajo en los hogares. La crisis sobrevenida ha afectado directamente a los sectores feminizados, trabajadoras en situación irregular, trabajadoras en situaciones vulnerables que abandonan el mercado laboral por cuidados… según presenta Emakunde, Julio 2020 en su estudio del impacto de la pandemia con perspectiva de género.

Es, por tanto, esencial empoderar a lo local, resignificar los espacios cotidianos, “feministarlos” como hacen a diario las mujeres conductoras, policías, barrenderas, ingenieras, deportistas, profesoras, banqueras, periodistas, madres, abuelas, tías, hijas… esas mujeres que son modelaje para las siguientes generaciones, que el feminismo se filtre por todas las rendijas de la sociedad… nada más intrínseco que comenzar en la raíz, en la raíz de tu casa, tu barrio, tu pueblo…

Estamos caminando hacia nuevas resistencias feministas, de lo comunitario hacia lo global, cada mujer en su portal, en su barrio reivindicando los derechos de las mujeres y denunciando las desigualdades: Precariedad, explotación sexual y reproductiva, injusticias salariales, falta de medidas de conciliación, impacto de los abusos, agresiones y violaciones, luchar contra los arquetipos de género, la industria publicitaria y contra todas las violencias machistas.

Visualizar a las mujeres que hoy, en el día a día, guerrean contra los estereotipos y roles de género, empoderan a las nuevas generaciones de niñas y mujeres, ofreciendo escenarios igualitarios y reflexivos tanto a niñas como a niños, siendo una tragaluz para las nuevas masculinidades.

Honrar a nuestras ancestras, en su lucha en lo cotidiano… honrar a las mujeres que nos educaron y nos abrieron el camino hacia la igualdad… seguiremos prendiendo bengalas, cada una desde su ventana y desde todos los espacios que ocupamos las mujeres, cada minuto, cada jornada, cada día… y así todos los días prendera fuego morado, para no olvidarnos de que estamos en ¡EMERGENCIA FEMINISTA!

Agradecemos a Martha Coston que en 1858 invento las bengalas de emergencia, intuía que las mujeres las podríamos necesitar…