Miradas
Andrea Alfaro – BBK Family

En 2009 el Gobierno Vasco puso en marcha el programa Eskola 2.0 para integrar las tecnologías en las escuelas. Cuando voy a la escuela pública todavía me encuentro algunos de los primeros ordenadores verdes que se repartieron con el membrete del programa. El profesorado se suele quejar de que la mayoría no funcionan y de que les dicen que no hay dinero para renovarlos. Además, esos ordenadores sólo son accesibles para 5º y 6º de primaria. Así que el resto del alumnado puede usar ordenadores exclusivamente cuando va a la clase de informática.

Pero de repente llega una pandemia que nos confina en casa en pleno curso escolar y, como no estamos en el siglo XIX, se supone que tenemos que seguir adelante con las clases online.

No nos engañemos, para eso las familias tenemos que tener un portátil u ordenador de mesa que preferiblemente provenga de la escuela, una buena conexión a Internet, un alumnado acostumbrado a trabajar así y un profesorado que tenga conocimiento de cómo se utilizan las TICs.

El síndrome de las fichas

Y como no es así, tenemos alumnado que se ha ido a casa con 70 fichas, sin explicaciones, o a lo sumo, la profesora les envía por ordenador o por el teléfono escaneadas las fichas resueltas.

Por suerte, parece que no serán más de tres meses del último trimestre lo que dure el confinamiento, pero desde luego que va a haber diferencias entre el alumnado. Y es que a quienes están en política se les llena la boca con palabras como innovación, design thinking… pero en nuestras escuelas seguimos con pupitres y mesas como las que había cuando yo iba a la escuela hace más de 30 años.

Mi hija ha tenido la grandísima suerte de que su tutora, con 60 años, es la más tecnológica de toda la escuela y ha aprovechado los pocos ordenadores que funcionan para utilizarlos en sus clases. Y sé que para conseguir esto ha tenido que hacer un sobresfuerzo.

Siempre ha sido muy criticada por su método “innovador”. No obstante, ahora con el confinamiento, continúa haciendo clases online, utilizando aplicaciones para aprender matemáticas… pero además, ha facilitado portátiles a quién no tenía y les ha comprado tarjetas para tener Internet.

El resto de clases de 6º se tiene que conformar con las fichas, como mi hija en inglés, asignatura en la que padecemos el síndrome de las malditas fichas. Sin embargo, mi hija también tiene la suerte de que su madre y su padre saben inglés y le podemos ayudar.

Está claro que este confinamiento nos tiene que hacer reflexionar a largo plazo, porque la educación no puede depender del nivel económico o académico del padre o de la madre, ni de profesorado que rema contra viento y marea para poner en marcha de verdad la tecnología en las escuelas. Esto implica un cambio estructural que veremos si seremos capaces de hacer.