Miradas
Leire Ortiz de Zarate – Coordinadora bolunta

 

La pandemia del Covid-19  ha dejado al descubierto muchas de las debilidades políticas, económicas y sociales que tenemos como sociedad. Pero al mismo tiempo, esta situación de emergencia ha hecho aflorar nuevamente el lado más solidario de la humanidad.

Y es que la solidaridad es uno de los valores humanos por excelencia. Un valor que se acentúa cuando nos encontramos ante situaciones y experiencias difíciles. En ese momento, la  colaboración mutua entre personas que supone la solidaridad, se activa y no encuentra límites políticos, religiosos, ni culturales.

Solo así podemos explicar la respuesta multitudinaria a los llamamientos de apoyo realizados durante estos meses; solo así podemos explicar las miles de iniciativas individuales y colectivas puestas en marcha para ayudar a los colectivos más vulnerables frente al Covid-19.

Cuando todo esto acabe será necesario reconocer la respuesta social ante la crisis, a la vez que canalizar esta oleada de solidaridad evitando que se apague.

Somos conscientes de que la mejor manera de fomentar la solidaridad de la ciudadanía es desde el ejemplo que tomamos de personas que manifiestan conductas solidarias y de la propia experiencia.

Para muchas de las personas que están colaborando frente a la situación de emergencia, es su primera experiencia como voluntarios y voluntarias. Una experiencia fruto del impulso de querer aportar cuando sentimos tan de cerca el sufrimiento que una situación de estas características ocasiona en nuestro entorno.

Pero seguro que no será la única, ya que están tenido la oportunidad de experimentar los beneficios de su acción voluntaria:

 

  • Sintiéndose útiles.

Están haciendo algo bueno por los demás y esto les hace sentirse realizados y útiles. Y cuanto mejor se sientan consigo mismo, más probable será que desarrollen una visión más positiva de la vida y del futuro.

  • Creando vínculo con su entorno.

Las necesidades atendidas son las de sus propios barrios, municipios, ciudades, lo que fortalece los lazos con su comunidad y posibilita ampliar sus redes de apoyo. El voluntariado acerca a personas con intereses comunes con los que realizar actividades solidarias.

  • Poniendo a prueba sus habilidades y capacidades.

El voluntariado está dando apoyo a las personas más vulnerables de esta pandemia, enfrentándose a situaciones de emergencia social que requieren de una buena dosis de empatía, serenidad y sensibilidad.

  • Y aprendiendo de personas que hacen del voluntariado una forma de ser.

Personas de todas las edades con un alto compromiso social, conscientes de las necesidades sociales e implicadas en su mejora, que tienen como meta la transformación social buscando la dignidad de todas las personas, la justicia social y un desarrollo sostenible. Ellas son las mejores embajadoras de la acción voluntaria sensibilizando e implicando a otras personas.

 

Esperemos que la solidaridad de todas estas personas no se apague cuando superemos la pandemia, y esta experiencia haya calado haciéndolas más sensibles al mundo y a los demás, ya que sin duda lo vivido durante estos meses nos ha hecho repensar la importancia de los vínculos, los lazos comunitarios y la relación con el planeta.

Pero sabemos que mantener encendido un fuego es complicado y requiere de intervención constante y coordinada. Este es y seguirá siendo nuestro reto, el reto del sector, el reto de bolunta… Trabajar de forma conjunta para avivar la solidaridad y cuidar de quienes la practican.